Friday, May 11, 2007

ENSAYO SOBRE UN SUICIDIO

Todo seguía siendo igual, todo seria siempre como estaban las cosas: viviríamos en un cuchitril, los chicos ganarían mas dinero que yo, nunca comería bien, los hongos de los pies me llegarían al cerebro, la humedad del lugar nos atraparía.

Esta perspectiva de vida me horrorizo, pero me di cuenta que no podía cambiarlo, no podía hacer nada... estaba condenado a la más absoluta miseria.

Mi vida seria miserable, mis noches oscuras, todo seria reluciente en todos lados menos en mi casa.

¡Pero yo podía acabar con ello! Esta puta vida no me acabaría, esta puta vida podía acabar.

Enfile hacia la playa; en uno de mis viajes había visto unos peñascos que se habían formado a manera de muelle entre la playa de los ricos y la de los pobres. Un lugar excelente para morir. Caminaría a través de los peñascos y desde la ultima piedra me lanzaría al mar, golpeándome la cabeza con las piedras de abajo y cayendo ya inconsciente en el mar, siendo arrastrado por la marea, sin sentir como se llenaría de agua salada mi cuerpo, mis pulmones, sin sentir como los peces comerían lentamente de mi cuerpo desfigurándome la cara, con los ojos apagados para siempre, incapaces de ver las bellas profundidades donde estaría inmerso.

Mientras caminaba hacia la playa por primera vez en mucho tiempo me sentí feliz, miraba a todos lados y me repetía: se acabó, se acabó, no los volveré a ver, y me sentí feliz de saber que toda la gente quedaría atrás, que todos esos mierdas que había conocido nunca mas tendrían la oportunidad de seguirme jodiendo. Moriría antes que ellos, me les adelantaría al infierno. ¡No hay nada más placentero que descansar para siempre!

Cada vez me acercaba mas y más. El mundo y el cielo lloraban por mi próxima muerte, de repente el cielo se había puesto gris y se asomaba la lluvia, aun así no me importo y seguí avanzando.

El clima espanto a los pobres y a los ricos; cuando llegue a la playa esta había quedado desierta, solo había unos cuantos recogiendo sus cosas y llevando sus toallas en la espalda. ¿qué? ¿nadie quería acompañarme en mi ultimo adiós?

Trepé en las rocas y mis ojos se llenaron de lagrimas; sí, aquí acababa todo, estaba harto de vivir, de no tener para pagar la renta, de comer una vez al día, de tener hambre siempre, de mi cuarto con cajas de cartón en el piso; al fin y al cabo nadie me iba a extrañar, estaba a cientos de kilómetros de mi familia y ellos nunca se enterarían de cual había sido mi suerte, probablemente pensarían que deje de llamarlos para deshacerme de ellos, o que me había ido a otro país.

Estaba harto de la soledad, de mi pobreza, eso y muchas cosas mas provocaban mi hartazgo de todo; apuré el paso y llegué a la ultima roca. Llegué al fin de la tierra, era la ultima playa del mundo porque para abajo, o para adelante o como carajo fuera ya no había nada, solo el mar.

No estaba muy alto el lugar, pero tal y como me había imaginado abajo había rocas sobresaliendo, así que todo saldría como lo tenia previsto. Apreté los dientes, apreté los puños y mire hacia debajo de nuevo: el agua rompía contra las rocas; un segundo, dos, tres, cuatro.

Di la vuelta y me alejé; era un cobarde, ni siquiera tenáa el valor para terminar con mi remedo de vida. Aun así, había que tener valor y paciencia para seguirla viviendo.

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